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La bioquímica en la práctica clínica de los nutriólogos, nutricionistas o dietista-nutricionistas

No existe nutrición sin bioquímica es un axioma cuyo significado y relevancia no siempre está lo suficientemente claro para los nutriólogos, nutricionistas o dietista-nutricionistas (dependiendo de la denominación del país).

La bioquímica es importante en cualquier área de desarrollo o subespecialización de la ciencia de la nutrición. La bioquímica permite entender procesos, tomar decisiones y monitorizar la evolución de éstas. La bioquímica otorga robustez, predictibilidad y objetividad a la ciencia de la nutrición. Estas características no solo fortalecen la nutrición como ciencia, sino que también al profesional que la ejerce. La bioquímica nos permite aproximarnos de una manera más sistémica al tratamiento de cualquier problema presente, tanto en la salud como la enfermedad. La bioquímica, en el sentido más intrínseco de su relación con la ciencia de la nutrición, debe ser considerada como un elemento diferenciador. La bioquímica hace que la nutrición adquiera cabalmente la condición de ciencia.

Lamentablemente, nuestra aproximación a la bioquímica ha sido normalmente esquiva. Nos la enseñan sin relacionar el conocimiento que nos proporciona con la práctica cotidiana. Por ejemplo, es interesante conocer que la creatinina es el desecho del metabolismo de la creatina fosfato y su elevación puede indicar una alteración en la función renal; sin embargo, también podría ser interesante saber que si consumo carne de res el día anterior a la prueba el valor de creatinina en sangre puede subir y, no necesariamente por daño renal, sino porque la carne de res porta su propia creatinina (1). Haciendo una analogía, la bioquímica parece ser tan lejana para el profesional de nutrición, como la filosofía lo es para prácticamente todo el mundo. No obstante, el problema no está ni en la filosofía ni en la bioquímica, sino en la forma en que cada una es contextualizada en la realidad. Digamos que filosofar sobre, por ejemplo, ¿qué es un número?, podría parecer tan abstracto como entender el papel del AMPc en la regulación de la glucogénesis o la glucogenólisis (2). He aquí el error. Siendo ambos tópicos tan importantes, terminan pareciendo absolutamente “irrelevantes”, “improductivos”, “imprácticos” o cualquier otro adjetivo que indique banalidad porque no se logra ligar la importancia de esos conceptos con el quehacer cotidiano.

En el área clínica, por lo menos, la ausencia de bioquímica convierte nuestro trabajo en una práctica eminentemente alimentaria en la cual solo se pueden contar calorías o raciones. Algo que la ciencia de la nutrición dejó de ser hace décadas. La información disponible actualmente es tan rica y diversa que prescindir de la bioquímica condena al profesional a centrar su atención en el plato de comida y olvidarse de la posibilidad remota de emplear un suplemento de nutrición entera, una fórmula enteral, un suplemento de micronutrientes, una formulación parenteral o el elemento básico de la consulta, la identificación de problemas.

A continuación, proponemos 3 razones que diferencian al profesional de nutrición que emplea la bioquímica en su ejercicio diario, de aquel que no lo hace.

 

Razón 1. No saber de bioquímica obliga a aprender de memoria listas interminables de alimentos por cada situación problemática que se presente

Cuando no se entiende la bioquímica, el conocimiento del profesional de nutrición se circunscribe a la cantidad de macro y micronutrientes presente en el alimento, al grupo alimentario al que pertenecen los alimentos, o la frecuencia en que son recomendados, no obstante, desconoce la mayor parte de los cambios que estos nutrientes pueden generar en el organismo. Por ejemplo: los alimentos ricos en vitamina C son de sabor y pH ácido, sin embargo, en el cuerpo generan un entorno alcalino; muchos péptidos pueden llegar a tener un sabor dulce mientras que la mayoría de los polisacáridos no; un gramo de grasa puede generar más agua de desecho después de ser metabolizada que un gramo de proteína o de carbohidratos.

El profesional de nutrición que conoce de bioquímica, por el contrario, selecciona el o los alimentos o cualquier otro vehículo de nutrientes (fórmula o suplemento) en relación con la alteración bioquímica presente en el individuo; selecciona cítricos si busca alcalinizar la orina; algunos péptidos sintéticos si busca un edulcorante en particular; o monitoriza el aporte de grasa si desea mantener un balance hídrico en extremo estricto, entre otras cosas.

 

Razón 2. No saber de bioquímica generar serias dificultades para iniciar el tratamiento nutricional en un paciente que presenta varias patologías a la vez.

La presencia de varias enfermedades a la vez produce alteraciones bioquímico-metabólicas de diversa índole. La aproximación nutricional a cada una de ellas debe hacerse sin generar una complicación adicional o agravar una preexistente. Por ejemplo, el tratamiento nutricional de un paciente con desnutrición e hipoalbuminemia contempla el suministro elevado de energía y proteínas para promover la ganancia de peso y el mantenimiento de la albúmina; no obstante, podría ser peligroso administrarlo rápidamente si el paciente además presenta criterios que lo ponen en riesgo de desarrollar síndrome de re-alimentación – índice de masa corporal < 16 kg/ m2, concentraciones disminuidas en plasma de potasio, fósforo, magnesio antes de reiniciar la alimentación, antecedentes de abuso de alcohol o drogas, uso de insulina, quimioterapia y/o diuréticos – (3)

El profesional de nutrición que conoce de bioquímica entiende el comportamiento de cada situación y puede tomar decisiones priorizando sus acciones de acuerdo con la gravedad del escenario que enfrente.

 

Razón 3. No saber de bioquímica genera alejamiento del uso de nutrición artificial

La falta de bioquímica reduce por completo el nivel de comprensión de la respuesta metabólica de los nutrientes en una situación determinar. Esto genera miedo y un comportamiento errático en el profesional de nutrición cuando debe escoger un vehículo de nutrientes no alimentario, es decir, un suplemento de nutrición enteral, una fórmula de nutrición enteral, un suplemento de micronutrientes o una solución parenteral.

El profesional que conoce de bioquímica entiende el comportamiento de cada nutriente, por tanto, puede escoger diferentes vehículos para tratar una u otra condición clínica.

 

Es evidente que la ciencia de la nutrición ha crecido a un grado tal, que cada día se abren más subespecialidades, sin embargo, es necesario que el profesional de nutrición integre conocimientos sólidos de bioquímica clínica en su ejercicio profesional. Su incorporación le permitirá integrar con más aplomo los equipos interdisciplinarios de salud y por supuesto, brindar mejor atención a sus pacientes.

 

Robinson Cruz
**Robinson Cruz es director general del Instituto IIDENUT. Cuenta con 24 años de experiencia como nutricionista clínico, especialista en Bioquímica aplicada a la Nutrición y más recientemente como especialista en nutrición oncológica. Es investigador y docente invitado en los programas de nutrición de pre y posgrado de decenas de universidades en 20 países de Iberoamérica. En este tiempo ha formado miles de profesionales de la nutrición, ha publicado casi una docena de libros y cientos de comunicaciones relacionadas, entre otras actividades.  https://orcid.org/0000-0002-8056-1822

 

Referencias Bibliográficas

  1. Bender D, Mayes P. Metabolismo del glucógeno. En: Rodwell V, Bender D, Botham K, Kennelly P, Weil A. Harper bioquímica ilustrada. 31 edición. México: McGrawhill. 2018
  2. Pietro J, Yuste R. Balcells. La clínica y el laboratorio. 24ª edición. Madrid: Elsevier. 2024.
  3. Rendón-Rodríguez R, Uresti-González I, Hernández-Ortega A, Torres-Wong A. Síndrome de realimentación: estrategias para el abordaje nutricional. Nutr Clin Med 2018; XII (2): 95-108

 

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

En IIDENUT rechazamos rotundamente aquellas prácticas asociadas con el uso inapropiado de la información con fines comerciales. Nuestros estándares éticos nos impiden aceptar, difundir o parcializarnos subjetivamente con producto o práctica alguna que vaya en contra o distorsione la labor científica del nutricionista

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La estandarización como estrategia de posicionamiento profesional de los nutriólogos, nutricionistas o dietista-nutricionista

Escribir y reflexionar sobre el posicionamiento profesional de los nutriólogos, nutricionistas o dietistas-nutricionistas (dependiendo de la denominación del país) es una tarea un tanto controversial, sobre todo cuando se hace desde el interior del problema, porque eso implica desnudar y poner sobre la mesa nuestras propias debilidades.

Aunque existe consenso sobre la necesidad de crecer individual y colectivamente, las opiniones -sobre cuánto nos hace falta crecer, en qué áreas debemos crecer o cuáles son los aspectos que deben ser fortalecidos- presentan demasiados matices. En este orden de ideas, es posible encontrar diferentes grupos de colegas. Por un lado, están aquellos que han conseguido cierto reconocimiento individual; aquellos que forman parte de un equipo de salud consolidado; aquellos que han asegurado un puesto de trabajo que, aunque rutinario, no presenta sobresaltos ni exigencias mayores. También están aquellos que han preferido dirigir su mirada hacia otros horizontes profesionales por no encontrar en la nutrición la respuesta que esperaban para su futuro. En la base del grupo, es decir, la mayoría, se ubican aquellos que diariamente buscan abrirse paso en un entorno que es hostil porque la posición del profesional de nutrición no es lo suficientemente valorada. [Nota. Debe precisarse que esta subvaloración no aplica a la ciencia de la nutrición]. Un congreso es la metáfora más cruda de esta historia. El glamur de un auditorio moderno, elegante y con unos pocos colegas disertantes y exitosos nos hace creer -o quizás olvidar por un momento- que el resto, la mayor parte, están lejos, lamentablemente, de algo que se pueda llamar éxito completo tanto personal, profesional como económicamente hablando.

En el área clínica, la estandarización y la bioquímica (esta última la abordaremos en una entrega posterior) son herramientas que están generando resultados verificables y replicables. La forma tradicional en que se ha llevado a cabo la atención nutricional está muy enfocada en la detección de problemas relacionados o con la ingesta o con el peso. En este contexto, la aplicación de una herramienta de cribado nutricional parece ser una estrategia lógica. Todos los cribados buscan cambios en la dieta y el peso, por tanto, los resultados de su aplicación serían suficientes para generar una intervención nutricional. No obstante, este accionar no solo limita nuestro trabajo, sino también es uno de los principales factores que frena nuestro crecimiento. Los cribados no detectan problemas, solo detectan riesgos. Al no detectar problemas hacen que nuestras intervenciones sean riesgosas o no contribuyan significativamente con la mejora del paciente. A la larga, la falta de resultados afecta la confianza del profesional y vuelve su trabajo prescindible.

Las metodologías -base de la estandarización – permiten obtener y analizar la información de un modo tal que se reduzca al máximo posible la pérdida de datos y a la vez se fortalezca la validez de los resultados. Las metodologías están compuestas de procedimientos racionales, los cuales, ordenados y sistematizados apropiadamente permiten alcanzar objetivos concretos. Varios procedimientos, aunque se desarrollen de manera ordenada, no constituyen una metodología; representan en el mejor de los casos un conjunto de actividades. Para que uno o más procedimientos construyan una metodología es necesario que cada uno de ellos aporte información útil que en el contexto de un análisis racional permita obtener resultados lógicos y congruentes con la realidad. De nada sirve saber la composición corporal, el nivel de actividad o la ingesta nutricional de un paciente si no podemos relacionar esta información ni dirigir nuestras acciones hacia objetivos específicos.

A continuación, describiremos algunas razones por las cuales es necesario estandarizar nuestros procedimientos (1).

  • La estandarización permite obtener resultados más precisos y comparables. Seguir una misma metodología hace posible comparar datos o lo más elemental de todo, permite que nos podamos comunicar de manera más segura entre nosotros mismos. No solo eso, la estandarización abre el camino a la discusión científica de nuestras decisiones y a apoyarnos entre nosotros frente a casos más complejos.
  • La estandarización permite establecer tiempos mínimos de atención. La falta de una metodología aceptada universalmente impide el establecimiento de un tiempo mínimo de atención. Todos los documentos en los que hemos participado sugieren un mínimo de 45 minutos. Lamentablemente, en muchos lugares el tiempo de atención puede ser tan escaso como 10 minutos por paciente, un vívido reflejo del valor que se le da a nuestro trabajo. Imaginen el número de puestos de trabajo que se podrían generar si logramos que universalmente se acepten 45 minutos. Si en un establecimiento, un colega debía atender 6 pacientes por hora, por tanto, 36 pacientes durante una jornada de 6 horas. Con este nuevo esquema, un colega solo podría atender como máximo 8 pacientes por jornada, por tanto, se necesitarían 3 colegas adicionales por lo menos para atender a los 28 pacientes restantes [Nota. Aunque parezca lejano, esto es una realidad en muchos países de Latinoamérica].
  • La estandarización permite establecer un instrumental mínimo de atención. Uno de los principales inconvenientes de la práctica clínica en Nutriología es la falta de equipamiento tanto en los consultorios como en el área de hospitalización. La adopción de una metodología regula actividades y la forma y el equipamiento necesario para llevarlas a cabo.
  • La estandarización permite establecer un sistema de mejoramiento de competencias profesionales. Una metodología estandarizada, sobre todo aquella basada en la bioquímica obligará a todos a actualizar su formación para afrontar el reto de llevar a cabo consultas nutricionales cada vez más especializadas.

 

Finalmente, aunque la descripción con la que inicia esta nota pareciera una crítica, en el fondo no lo es. La descripción inicial es una crónica inexorable de una realidad dura a la que nos hemos tenido que adaptar para poder sobrevivir. Sin embargo, si la ciencia ha demostrado que la nutrición salva vidas, porque el dietistas-nutricionista, nutriólogo o nutricionistas (dependiendo de la denominación del país) no es el protagonista de este relato. La estandarización es, en este contexto, el punto de partida de un cambio que beneficiará a todos, siempre y cuando nos comprometamos con él.

 

Robinson Cruz
**Robinson Cruz es director general del Instituto IIDENUT. Cuenta con 24 años de experiencia como nutricionista clínico, especialista en Bioquímica aplicada a la Nutrición y más recientemente como especialista en nutrición oncológica. Es investigador y docente invitado en los programas de nutrición de pre y posgrado de decenas de universidades en 20 países de Iberoamérica. En este tiempo ha formado miles de profesionales de la nutrición, ha publicado casi una docena de libros y cientos de comunicaciones relacionadas, entre otras actividades.  https://orcid.org/0000-0002-8056-1822

 

Referencias Bibliográficas

  1. Cruz R, Herrera T. Procedimientos Clínicos para la Atención en Hospitalización y consulta. 1ª Edición. Lima: Fondo editorial IIDENUT, 2013. 329 pp.

 

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